Estos últimos dos meses son meses de maletas. A finales de
agosto dejé mi piso de Gracia, después de más de dos años en él viviendo
intermitentemente.
Entonces tocó hacer maletas, desmontar algún mueble y decir
adiós al único sitio que he considerado un verdadero hogar desde que me fui de
casa con 18 años. Cabe decir que la mudanza fue fácil, porque al regresar de
Ecuador ya sabía que no me iba a quedar mucho en Barcelona. Así que no fue
demasiado traumático.
Desde que abandoné el piso, he vivido con una maleta a
cuestas, lo básico. He hecho idas y venidas a Girona, he celebrado algún viaje,
y he ‘okupado’ casas de amigos y de mi chico.
Hoy he empaquetado de nuevo, y me he llevado lo poco que se
quedó en mi querida Barcelona. Con miedo, me he preguntado si quedará en
Barcelona algo de mí cuando vuelva. Me he sentido chiquitito, menguante.
Esto me ha hecho acordar lo que supone hacer maletas y
abandonar un sitio. Llevar tus pertenencias a cuestas, supone elegir aquello
imprescindible que debe acompañarte allí donde estés. Seleccionar también lo que te identifica, te
hace especial. Y desechar todo lo demás, lo sobrante.
Hacer maletas es jodido pero práctico, sientes que tu vida,
por lo menos en lo material, se reduce a lo que te permiten subir en un avión.
Yo cada vez intento ir más ligero… es como una lección barata para aprender a
vivir con menos.
Pero hay otras maletas. Esas llenas de recuerdos, sensaciones,
buenos momentos y situaciones. Repletas de personas y personajillos.
Es curioso, porque he hecho bastantes maletas de este tipo
en mi vida, de ida y de vuelta. Y algunas me han costado más de llevar conmigo que
otras.
Quizás esta vez, con mi madre algo pachucha, la familia algo
apenada y un amor que dejo a medias, mi maleta viene más cargada que nunca.
Procuraré engrasar las ruedas, convertir el dolor en madurez.
Intentar que todo fluya.
Y en una maleta pequeñita y desechable, meteré mis dudas y
algunos de mis miedos.
Con un poco de suerte, la torpeza de los aeropuertos se la
llevará muy muy lejos.
Pffff…. A este paso “hpalcubo” será conocido como “HpAlDrama”…. ¡Cuánta lagrimilla asoma por ahí! ¡Pero basta! mañana algo de humor, voy a contar
cómo entrar más kilos de los permitidos en un avión. El truco está en el
equipaje de mano y una buena sonrisa…. ¡No digo más!
Voto por la torpeza aeroportuaria! Moltíssima sort, Martí. Just t'he escrit pel FB abans de llegir el post...ànims i endavant, que amb el teu somriure pots menjar-te el món!
ResponderEliminar